domingo, 12 de abril de 2015

La Vía Turonense I

La Vía Turonense I

La Vía Turonense recogía a los peregrinos del norte de Europa, de la fría Escandinavia, donde el cristianismo acababa de imponerse sobre los rudos vikingos, y donde se sustituían los antiguos santuarios paganos por templos de madera que, en un estilo similar al románico, tenían algo de pagoda china y algo de drakar y paulatinamente las gentes abandonaban sus supersticiosas creencias en elfos y valkirias para aceptar las dogmáticas verdades en la virginidad de la Madre de Dios y el poder de las reliquias sagradas.


También llegaban a Francia para seguir esta vía los alemanes del norte, de las ciudades hanseáticas, que aún gustan de conservar esa denominación, como Hamburgo, Bremen o Lubeca




Y por supuesto de los Países Bajos, que a finales de la Edad Media conocieron una prosperidad económica que les llevó a convertirse en la parte más densamente poblada de Europa.







En casi todos estos lugares y especialmente los que han conservado una mayoría católica en su población, se mantiene vivo el recuerdo de la peregrinación. Es el caso de la ciudad de Brujas, en la siempre próspera Flandes.


Son muchos los recuerdos que España ha dejado en aquellas tierras, sobre todo porque en los años convulsos que siguieron a la reforma de Lutero, los Países Bajos - que por una cuestión de herencia habían incrementado el patrimonio de Su Cathólica Magestad el Rey de España -, se convirtieron en el escenario donde más claramente se ponían de manifiesto las diferencias entre papistas y protestantes, sirva de ejemplo la manera de celebrar el día del Señor, intimista y ceremonial entre los norteños reformados y bulliciosa y festiva para los católicos meridionales.


Pero, volviendo a la peregrinación jacobea, son otros los signos ue han perdurado en las ciudades flamencas. Por ejemplo, en el centro de Brujas encontramos la iglesia de Santiago (Sint-Jakobskerk) y unas conchas doradas tachonan el suelo que ha seguir el peregrino hasta salir de los límites de la ciudad. Encontraremos muchas más siguiendo el Camino. También en Brujas se ha conservado un magnífico hospital de época gótica, que sirvió de alivio a los enfermos y dio cobijo a los peregrinos: el Hospital de San Juan (Sint-Jans Hospitaal), convertido en la actualidad en museo.







 En Bruselas, la actual capital del reino de Bélgica, las huellas jacobeas son aun más profundas que las españolas. 
A la izquierda, capilla con imagen de la Virgen de la Soledad, imagen de santiago Peregrino y bandera de España.


A la derecha, monumento a los condes de Egmont y Hornes, que perdieron la cabeza por la causa española, es decir, que fueron decapitados por orden del duque de Alba.

Venera de metal en el suelo bruselense, en las inmediaciones de la catedral. Siguiéndolas, el peregrino podrá llegar a Santiago de Compostela.










Catedral de san Miguel y Santa Gúdula (Cathedrale des Saints Michel et Gudule o Sint-Michiel en GoedeleKathedrale, en la bilingüe Bruselas) construida entre los siglos XIII y XVI.
Desde este mismo punto el peregrino perezoso y avispado podría realizar una peregrinación que en poco tiempo le llevase hasta Mini-Europe, donde encontraría una réplica escala de la catedral compostelana, en donde quizá le fuesen perdonados los pecadillos menos voluminosos.
y si no, también puede el peregrino continuar su camino hacia el lejano sur bajo la persistente y surrealista lluvia de Bruselas, por las calles que recorrieran Magritte y Hergé.

Los peregrinos flamencos entrarían en Francia por la Picardía y visitarían probablemente la catedral de Amiens, la más alta de las francesas.

y los que procediesen de Alemania lo harían por la Champaña para encontrarse con la catedral de Reims. Se aconseja a los peregrinos de nación alemana se abstengan de bombardear esta maravilla de la arquitectura gótica, como ya hicieron durante la Primera Guerra Mundial.

Desde ambos puntos todos se dirigirían a París, cuya cofradía de peregrinos a Santiago - fundada en el siglo XIII - llegó a ser la más grande de toda Francia.















sábado, 11 de abril de 2015

Las Cuatro Vías Jacobeas

Las Cuatro Vías Jacobeas

Antes que nada habría que decir que el Camino de Santiago tiene un final: la tumba del Apóstol en Compostela, pero que carece de principio, porque este era, al menos en los tiempos en que surgió, la casa de cada cual. Daba igual que uno viviese en Lavacolla o en Moscú.
Sin embargo, el Codex Calixtinus marca unos itinerarios, unas vías de peregrinación que van recogiendo a los hombres que quieren visitar el sagrado sepulcro, desde donde quiera que proceda cada uno.

Transcribimos a continuación el capítulo primero del libro V del mencionado códice:

            Cuatro son los itinerarios que conducen hacia Santiago y que en Puente la Reina, en tierras españolas, confluyen en uno solo. El primero pasa por Saint-Gilles, Montpellier, Tolosa y Somport; el segundo por Santa María del Puy, Santa Fe de Conques y San Pedro de Moissac; el tercero por Santa María magdalena de Vezelay, San Leonardo de Limoges y la ciudad de Perigueux; y el cuarto por San Martín de Tours, San Hilario de Poitiers, San Juan d’Angely, San Eutropio de saintes y la ciudad de Burdeos. La ruta de Santa fe, la de San Leonardo de Limoges y la de san Martín de Tours se juntan en Ostabat, y pasado el Port de Cize se unen en Puente la Reina a la ruta que pasa por Somport, formando desde allí un solo camino hasta Santiago.




Está claro que el Códice Calixtino se refiere a las vías que recorren Francia, territorio que hace de embudo para recoger a los peregrinos de toda la cristiandad y dirigirlos hacia España.
           
            Tradicionalmente se han dado nombres a estos cuatro itinerarios tomando para ello una de las ciudades que atraviesa cada uno de ellos.
            Siguiendo el sentido de las agujas del reloj, la primera sería la Vía Turonense, que toma su nombre de la ciudad de Tours; la segunda la Vía Lemovicense, que pasa por Limoges; la tercera se llama Vía Podense por Le Puy y finalmente, la cuarta es conocida como Vía Arlesiana por atravesar la ciudad de Arlés.