La Vía Turonense I
La Vía Turonense recogía a los
peregrinos del norte de Europa, de la fría Escandinavia, donde el cristianismo
acababa de imponerse sobre los rudos vikingos, y donde se sustituían los
antiguos santuarios paganos por templos de madera que, en un estilo similar al
románico, tenían algo de pagoda china y algo de drakar y paulatinamente las
gentes abandonaban sus supersticiosas creencias en elfos y valkirias para
aceptar las dogmáticas verdades en la virginidad de la Madre de Dios y el poder
de las reliquias sagradas.
También llegaban a Francia para seguir esta vía los
alemanes del norte, de las ciudades hanseáticas, que aún gustan de conservar
esa denominación, como Hamburgo, Bremen o Lubeca
Y por supuesto de los Países
Bajos, que a finales de la Edad Media conocieron una prosperidad económica que
les llevó a convertirse en la parte más densamente poblada de Europa.
En casi todos estos lugares y
especialmente los que han conservado una mayoría católica en su población, se
mantiene vivo el recuerdo de la peregrinación. Es el caso de la ciudad de
Brujas, en la siempre próspera Flandes.
Son muchos los recuerdos que España ha dejado en aquellas tierras, sobre todo porque en los años convulsos que siguieron a la reforma de Lutero, los Países Bajos - que por una cuestión de herencia habían
incrementado el patrimonio de Su Cathólica Magestad el Rey de España -, se convirtieron
en el escenario donde más claramente se ponían de manifiesto las diferencias
entre papistas y protestantes, sirva de ejemplo la manera de celebrar el día
del Señor, intimista y ceremonial entre los norteños reformados y bulliciosa y
festiva para los católicos meridionales.
Pero, volviendo a la peregrinación jacobea, son otros los signos ue han perdurado en las ciudades flamencas. Por ejemplo, en el centro de Brujas encontramos la iglesia de Santiago (Sint-Jakobskerk) y unas conchas doradas tachonan el suelo que
ha seguir el peregrino hasta salir de los límites de la ciudad. Encontraremos
muchas más siguiendo el Camino. También en Brujas se ha conservado un magnífico hospital de época gótica, que sirvió de alivio a los enfermos y dio cobijo a los peregrinos: el Hospital de San Juan (Sint-Jans Hospitaal), convertido en la actualidad en museo.
A la izquierda, capilla con imagen de la Virgen de la Soledad, imagen de santiago Peregrino y bandera de España.
A la derecha, monumento a los condes de Egmont y Hornes, que perdieron la cabeza por la causa española, es decir, que fueron decapitados por orden del duque de Alba.
Venera de metal en el suelo bruselense, en las inmediaciones de la catedral. Siguiéndolas, el peregrino podrá llegar a Santiago de Compostela.
Catedral de san Miguel y Santa Gúdula (Cathedrale des Saints Michel et Gudule o Sint-Michiel en GoedeleKathedrale, en la bilingüe Bruselas) construida entre los siglos XIII y XVI.
Desde este mismo punto el peregrino perezoso y avispado podría realizar una peregrinación que en poco tiempo le llevase hasta Mini-Europe, donde encontraría una réplica escala de la catedral compostelana, en donde quizá le fuesen perdonados los pecadillos menos voluminosos.
y si no, también puede el peregrino continuar su camino hacia el lejano sur bajo la persistente y surrealista lluvia de Bruselas, por las calles que recorrieran Magritte y Hergé.
Los peregrinos flamencos entrarían en Francia por la Picardía y visitarían probablemente la catedral de Amiens, la más alta de las francesas.
y los que procediesen de Alemania lo harían por la Champaña para encontrarse con la catedral de Reims. Se aconseja a los peregrinos de nación alemana se abstengan de bombardear esta maravilla de la arquitectura gótica, como ya hicieron durante la Primera Guerra Mundial.
Desde ambos puntos todos se dirigirían a París, cuya cofradía de peregrinos a Santiago - fundada en el siglo XIII - llegó a ser la más grande de toda Francia.
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