Una
Asistencia Celestial: La Vía Láctea
En nuestros días, cualquier viajero europeo
dispone de una red de carreteras bastante completa, además de mapas, guías,
planos, teléfonos móviles o sistemas GPS. Aún así, cualquier ayuda se agradece
y de ese modo, nos encontramos con que el Camino de Santiago está
convenientemente señalizado.
Los peregrinos medievales no contaban con
este tipo de asistencia, ni siquiera letreros y flechas que indicasen la
dirección a seguir hasta la localidad más cercana, algo que, por otro lado,
podría resultar bastante inútil para unos caminantes en su mayor parte
analfabetos.
Sin embargo, parece que el cielo no quiso
abandonar a su suerte a los peregrinos jacobeos y dispuso que en las noches
claras los peregrinos se pudiesen guiar hacia Compostela por una vía de polvo
estelar que señalaba tan bien la dirección a seguir, que en España pasó a
llamarse el Camino de Santiago.
Yo
recuerdo la primera vez que, de niño, advertí esa galaxia. Fue una noche de
verano en la sierra madrileña y un amigo de mi padre me dijo que aquello era
"el Camino de Santiago". Fue la primera vez que oí hablar de él y
durante muchos años para mí el Camino de Santiago no fue otra cosa que un
sinónimo de la Vía Láctea.
Los
antiguos griegos explicaron la formación de la vía láctea por medio de uno de
sus mitos. Zeus, tras uno de sus muchos amores extraconyugales, tuvo uno hijo,
Heracles, al que quiso dotar de la inmortalidad de los dioses, pero como su
madre era humana, sólo podría lograrlo si era amamantado por una diosa. Bajó
una noche Zeus a la tierra y, tomando al niño en sus brazos, lo elevó hasta los
cielos, donde yacía dormida su esposa Hera, al pie de su carro tirado por pavos
reales. Zeus depositó a Heracles sobre el regazo de Hera y se retiró para
contemplar cómo el niño se alimentaba. Heracles, que poseía ya la fuerza que lo
haría célebre, chupó el pecho de la diosa con tanta potencia que ésta se
despertó por el dolor y retiró su mama de los labios del bebé. La succión había
sido tan fuerte que un chorro de leche se escapó de la divina teta y se
esparció por el firmamento. De esta manera queda explicado también el nombre de
la galaxia.
Peter Paul Rubens: La Vía Láctea. Museo del Prado (Madrid). |
Muchos siglos después de esto, el Pseudo
Turpín, nos presenta a Carlomagno como el astrónomo descubridor de la
galaxia:
"Vio en el cielo
un camino de estrellas que empezaba en el mar de Frisia y, extendiéndose entre
Alemania e Italia, entre Galia y Aquitania, pasaba directamente por Gascuña,
Vasconia, Navarra y España hasta Galicia, en donde entonces se ocultaba,
desconocido, el cuerpo de Santiago".
Liber Sancti Iacobi.
Santiago se aparece en sueños a Carlomagno para pedirle que libere su tumba del poder de los sarracenos. La encontrará siguiendo la Vía Láctea. Aire de services d'Hastingues (Aquitaine). |
Tirso
de Molina, en su obra "La romera de Santiago", nos cuenta una
jocosa historia de esta vía:
Es tanto,que el camino que en el cielo
por causa de estar cuajado
de estrellas llamó el gentil
camino de leche, han dado
en llamarle vulgarmente
el camino de Santiago.
Y es de suerte, que viniendo
cierto labrador cansado
del campo a su casa humilde
una noche de verano,
queriendo hacelle su esposa
lisonja, en medio de un patio
le puso la cama al fresco;
mas él los ojos alzando
al cielo y mirando encima
el camino de Santiago,
dio voces a su mujer,
y dijo: "¿No habéis mirado
dónde la cama habéis hecho?
¿Queréis que se caiga acaso
un bordón de un peregrino
de los que van caminando,
frasco lleno o calabaza,
y que nos quiebre los cascos?
Y creyéndolo los dos,
a un aposento, temblando,
con más miedo que vergüenza,
los colchones retiraron.
Tirso de
Molina: "La romera de Santiago".
Peregrinos descuidados pueden causar accidentes dejando caer sus cosas a la Tierra. |
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